Optar por una cooperación interregional ampliada

Responsive image

Por Emmanuel Argó

Las consecuencias de la pandemia del Covid 19 en la desaceleración del comercio internacional nos animan a mirar la sinergia del potencial regional y la cooperación interregional como posibles soluciones para un desarrollo económico y social equilibrado de nuestros territorios. .

El cambio económico provocado por la globalización acelerada del comercio ha ampliado las desigualdades en el desarrollo, y son principalmente las regiones anteriormente industrializadas las que han estado pagando el precio durante casi treinta años: la transferencia de puestos de trabajo de la industria a los puestos de trabajo no funcionar como estaba previsto a finales del siglo pasado. Así, como en otros países europeos, una docena de grandes ciudades concentran ahora actividad económica, centros de investigación (I+D), partenariados, hermanamientos y maridajes, formación profesional cualificada... Todo ello es caldo de cultivo de puestos de trabajo cualificados e incluso de puestos de alta cualificación que atraer a la población joven y capacitada de ciertas regiones que luchan por recuperarse.

Al mismo tiempo, en territorios desatendidos, las autoridades regionales y locales están gestionando el presente a costa de subvenciones para mantener las últimas empresas aún en funcionamiento; o están apostando al futuro, invirtiendo en aquellos que les ofrecen trabajo. Sabemos lo que vale eso: unos años de actividad y luego, para terminar, un traslado a otros países reconocidos por mano de obra barata que ofrecen, además, una fiscalidad ventajosa. Por su parte, la economía social y solidaria apoyada en experiencias muy honorables mantiene el empleo lo mejor que puede, pero no pretende invertir en una política de grandes obras o reindustrialización acorde con el respeto al medio ambiente.

Por tanto, surge la cuestión fundamental de la puesta en valor del potencial local y regional como soporte del desarrollo económico, de manera de atraer inversores con el objetivo de evitar el declive demográfico que a su vez conduce a una caída de la actividad económica. Evidentemente, esto requiere la movilización de las herramientas más innovadoras para un proyecto decididamente orientado hacia el futuro sin nostalgia del pasado.

Por el momento, desconocemos, por un lado, las consecuencias económicas y sociales tras la pandemia de Covid 19 y, por otro lado, la incertidumbre que actualmente se cierne sobre la recuperación, idéntica o no a la que fue. Sea como fuere, debemos abordar la cuestión urgente de las desigualdades en el desarrollo entre nuestras regiones: en primer lugar, haciendo un registro exhaustivo de la riqueza de los terroirs de cada una de estas regiones, y en segundo lugar, estableciendo complementariedades entre ellas. Se trata, pues, de abandonar la actitud de espera para apostar por una política ambiciosa de esfuerzos compartidos e inversiones orientadas al futuro, teniendo en cuenta los siguientes elementos: los efectos de la pandemia global y los de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Por su parte, los territorios de ultramar, al igual que varias regiones de Francia, están experimentando un envejecimiento demográfico, desempleo y empobrecimiento de los más vulnerables, marcado por una fuerte inmigración ilegal, la inseguridad y la economía paralela. Sin embargo, existe un potencial real de desarrollo en estos territorios, ya sea en forma de recursos agrícolas o pesqueros, o de energías renovables, o incluso en forma de paisaje, patrimonio y cultura. A todo esto se suma una diáspora competente repartida por todo el mundo que quisiera plantearse un "regreso a la tierra natal".

Estos territorios franceses de ultramar que concentran recursos con alto potencial para el desarrollo de una economía orientada hacia el futuro permiten a Francia poseer un espacio marítimo que cubre una Zona Económica Exclusiva (ZEE) de aproximadamente once millones de km2 _ la segunda más grande del mundo_ y que se extiende sobre 3 océanos: el Océano Pacífico, el Océano Atlántico y el Océano Índico.

Además, la riqueza territorial marítima debería tenerse mejor en cuenta en los planes y ejes de desarrollo, con respecto a los llamados Acuerdos de París resultantes de la COP 21. Tal decisión debería dar un impulso a la economía azul que beneficie al mayor número y en particular a las poblaciones de ultramar.

Con respecto a la posbrexit, existen otras oportunidades de desarrollo para ciertas regiones de ultramar. Pequeños estados independientes vecinos de la zona del Caribe, con los que comparten una historia y un idioma comunes, las autoridades regionales de Guadalupe, Guyana y Martinica, por ejemplo, también ubicadas en Mesoamérica, podrían servir como motores económicos subsidiarios de alto valor agregado al establecerse asociaciones beneficiosas para todos con sus vecinos. Para ello, existe la OECO - Organización de Estados del Caribe Oriental -, CARICOM - Mercado Común del Caribe - y geográficamente opuestas ASEAN - Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Si todos son actores interregionales esenciales, la piedra angular siguen siendo los acuerdos de asociación entre dichos países ACP y los de la Unión Europea conocidos por las siglas ACP-UE.

Todas estas organizaciones convencionales ofrecen medios y dotaciones financieras comúnmente conocidas como Fondos Estructurales, siendo los más solicitados el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y el Fondo Social Europeo (FSE). Sin embargo, existen otros fondos específicos destinados en particular a las regiones ultraperiféricas, pero su existencia parece ser desconocida. Obviamente, estas herramientas de desarrollo no se utilizan lo suficiente, en particular por parte de las regiones y comunidades francesas de ultramar. ¿No ha llegado el momento de establecer un GRUPO de Cooperación completo que tenga en cuenta la falta de asociación con los países ACP vecinos?

Ya no podemos profundizar las desigualdades que generan el éxodo rural, la inmigración, el resentimiento social y las crecientes frustraciones de los que quedan atrás. De ello depende la estabilidad de nuestra democracia. Asimismo, debemos apostar por un desarrollo equilibrado de las regiones, ya sean hexagonales o de ultramar, más que por una concentración espacial en torno a unas pocas grandes metrópolis, realizando acciones de desarrollo no sobre la base de una rivalidad o competencia sino sobre la base de una relación razonable, complementariedad justa y duradera. Para romper con esta lógica de precipitación y cada uno por su cuenta con el pretexto de que no tenemos otra opción, debemos diseñar la implementación de un Programa Geoestratégico de Desarrollo Económico y Social que tenga en cuenta las especificidades y el potencial de cada territorio en Francia y en el extranjero.

En conclusión, en el marco de la cooperación interregional dentro de Francia y entre Francia y los territorios de ultramar, se deben fomentar las asociaciones, ya que los territorios franceses de ultramar ofrecen salidas y oportunidades comerciales en gran parte del mundo. Para ello, los puertos franceses deben ser los primeros actores que mejor se adapten a los intercambios interregionales.

Sobre todo, esto requiere voluntad política a nivel nacional, un fortalecimiento de la descentralización y su autonomía en la toma de decisiones. La perspectiva global, una vez definida y adquirida, puede descomponerse en proyectos endógenos intermedios y complementarios coherentes. Los territorios asociados operarían entonces como una red para federar iniciativas y aunar recursos. En este contexto con una dimensión regional, suprarregional e internacional, los SYDRES1 ofrecen un concepto organizativo para la creación de redes de socios (empresas, bancos, autoridades locales y otros inversores, etc.) desde un único polo, portador, referente y coordinador del proyecto. .

Sin embargo, esta sinergia de nuestras fortalezas solo será efectiva si la autoestima y la confianza superan nuestro miedo al futuro. Es nuestro deber dejar a las futuras generaciones un país dinámico que se apoye en la riqueza de su tierra y su gente.

1 SYDRES: Neologismo internacional creado por Emmanuel Argo que significa: ''Synergies pour des Développements Régionaux Economiques et Sociétaux/ Synergies for Development of Regions and Societies/, SYnergías por el Desarrollo Regional Económico y Social /, SYnergias pelo Desarrollo Económico y Social Regional''.